VALORA LAS OPORTUNIDADES
En muchos rincones del mundo hay niños y niñas que no pueden acceder a la educación básica. Es, sobre todo, en aquellos mundos que denominamos subdesarrollados, donde un tanto por ciento determinado de su población vive bajo el nivel de la pobreza.
Esto es debido a diferentes factores: Por la existencia de conflictos bélicos o guerrillas, conflictos políticos e ideológicos o desastres naturales.
Debido a las dificultades económicas en las que se encuentran estancadas las familias muchos menores se ven obligados a trabajar (en muchas ocasiones de forma esclavizada) para poder contribuir a la economía familiar.
En Liberia se encuentra el mayor número de niños sin escolarizar, con casi dos terceras partes de niños en edad de recibir educación primaria que no van a la escuela. El segundo país de la lista es Sudán del Sur, donde el 59% de los niños se está quedando sin el derecho a una educación primaria , Afganistán (46%), Sudán (45%), Níger (38%) y Nigeria (34%) también se encuentran entre los 10 países con mayores índices de niños sin escolarizar en educación primaria.
En estos contextos de pobreza y cuando la garantía de los derechos humanos más básicos no existe, lo que siente un niño cuando puede ir a la escuela es una dicha inmensa. Debemos entender que nacer en los lugares más pobres del mundo condiciona todo, condiciona totalmente las oportunidades para estudiar y formarse.
Por lo tanto, cuando un niño se encuentra en estas circunstancias y puede ir a la escuela se siente un privilegiado.
Si un niño se encuentra en esta situación de que su familia apenas tiene para sobrevivir y comprar un cuaderno o un bolígrafo es inalcanzable y puede ir a la escuela, se siente un auténtico privilegiado y hará todavía más esfuerzo y se sacrificará todavía más para poder alcanzar su sueño de formarse y de educarse para poder ser de mayor lo que más desee. Muchos/as niños niños/as se levantan muy temprano para poder ir a la escuela más cercana y, en muchas ocasiones esta escuela más cercana está a una hora o dos a pie desde su casa. Además, cuando regresan a casa después de la escuela, después de hacer los deberes ayudan a sus padres con las tareas agrícolas o con sus hermanos pequeños. Lo que siente los chicos/as cuando no pueden ir a la escuela es impotencia, frustración, dolor.
Os
dejo el enlace de algunos testimonios de niños/as en esta situación, de querer
y no poder.
Vosotros/as que podéis, no dejéis pasar la oportunidad de aprovechar la escuela al máximo, de aprender, de educaros y de crecer con los valores correctos para ser dichosos.
Aunque no os guste madrugar y prefiráis quedaros en casa durmiendo, aunque os parezca que en casa no os apoyan para conseguir vuestras metas, aunque os de la sensación que a vuestra familia les da igual que estudiéis o no, aunque los “amigos” os quieran convencer para faltar a clase…
Reflexionad, valorad vuestra oportunidad y conseguiréis todos vuestros sueños.
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